Plantas Medicinales y Mediación Emocional

17.05.2020

Por fin nos atrevimos a hacer un live en Instagram. Después de mucho pensar el tema, elegimos uno que nos hace mucho sentido en estos momentos: la mediación emocional a través de las plantas medicinales, ¿cómo acompañar nuestras penas, miedos, rabias y alegrías con las plantitas? Cuando pensamos en medicina, solemos pensar inmediatamente en el cuerpo, pero ¿cuándo pensamos en nuestras almas? Cuando la Violeta decía que las Flores de su jardín serían sus enfermeras, no se refería a emplastos para los dolores de huesos o los resfriados, se refería a los dolores de su alma (spoiler: más adelante haremos una entrada hablando sobre las plantitas de "La Jardinera").

No sé si a ustedes les pasa, pero dentro de este contexto de pandemia, mi cerebro anda a mil pensamientos por minuto y mis emociones andan paseando en la montaña rusa, así que esta entrada está dedicada a que reflexionemos un poquito sobre nuestra relación con la naturaleza, lo importante de tener una consciencia de unidad y cómo las plantas pueden transformarse en nuestras compañeras a la hora de sentir y autoconocernos a través de nuestras emociones. 

Te adelantamos que esta entrada será particularmente larga, ya que hablamos un montón. El video del live lo pueden encontrar aquí.

Desconexión y Conexión

En primer lugar, debemos entender y aceptar que existe una desconexión entre nosotrxs y la Naturaleza. Los humanos no somos seres que tengamos un origen o un funcionamiento orgánico muy distinto al de ningún ser vivo, sin embargo, hemos creado un plano de vida que no es natural, que es meramente nuestro y, que por ende, no funciona al ritmo de la Naturaleza, mientras que nuestros cuerpos y espíritus sí esperan que lo hagamos. En este plano, la vida es mucho más acelerada y tenemos prácticas sociales, laborales, educativas, nutricionales y de autocuidado que nos hacen maldistribuir nuestros tiempos, pero además, estar casi siempre ocupadxs o apuradxs. Así, nuestros cuerpos, mentes y espíritus se desequilibran y se mantienen en ese desequilibrio. 

El vivir en la Naturaleza, rodeadxs de muchos tipos de seres que generan un sistema colaborativo, nos lleva a dos estados primordiales: la contemplación y la alerta. La contemplación de la naturaleza, nos permite comprender cómo funciona la vida, cómo todo está conectado entre sí y, a la vez, nos permite llevar la mirada hacia adentro de manera reflexiva, que es primordial para autoconocernos. Además, disminuye instantáneamente nuestra ansiedad y nos permite ver las cosas desde una perspectiva mucho más madura y equilibrada. Por otra parte, el estado de alerta, se asocia a nuestro instinto de supervivencia, pero nos entrega algo que también tenemos dormido: el estar completamente presente en el aquí y ahora y el tener abiertos todos nuestros sentidos. De esta forma, nuestro espíritu vuelve a estar en equilibrio porque estamos totalmente conectados con nuestro entorno y con nosotrxs mismxs: de nuevo ponemos atención a lo vemos, oímos, y sentimos con nuestra piel.

Bajo la lógica anterior, para recuperar el equilibrio de nuestros cuerpos y emociones, es importante retomar esos dos estados: el de alerta (que no tiene por qué estar ligado a tensión o exaltación) y el de contemplación. Para eso es necesario que comencemos a incluir más entornos naturales a nuestras vidas y una buena forma de partir es haciéndonos cargo de una o más plantas (siendo conscientes y responsables de los recursos y cuidados que necesitemos darles y si podemos con eso o no). En el planeta, cerca del 90% de los seres vivos corresponden a plantas, por lo que hay para todo tipo de climas y compromiso de cuidado. Lo primordial que sí tenemos que entender es que, independiente de la planta que elijamos, debemos dejar de considerarla un objeto decorativo y comprender que comenzamos con ella(s) una relación interdependiente en donde ambos seres vivos damos y recibimos (cuidados orgánicos a cambio de cuidados psicofisiológicos). 

Dentro de la relación que establezcamos con nuestra planta, el autocuidado comienza por sí solo: el solo hecho de tener que cuidarla, regarla de manera constante (no cuando nos acordemos), abonarla, determinar sus necesidades, etcétera, ya comenzará a ponernos en estado de alerta, en el aquí y ahora; y la observación de nuestra planta nos llevará a comprendernos mejor: ¿qué pasa si plantamos una planta de tomate en un macetero pequeño? El tomate no crecerá, morirá o crecerá deformado y probablemente no dé frutos o estos sean muy pequeños. Entonces, ¿qué pasa si nosotros estamos en un ambiente donde no nos dejan crecer?... Observar la Naturaleza es observarnos a nosotrxs mismxs.

Aprender a escuchar nuestros cuerpos

Autoconocerse no implica solo saber qué música nos gusta o cuál es nuestro plato favorito, también tiene que ver con saber identificar nuestras emociones, qué tan habituales son, qué significan nuestras reacciones ante determinadas situaciones, entre un montón de otras cosas. Nuestros cuerpos tienden a "señalarnos"cuáles son sus necesidades, pero es parte de nuestra responsabilidad de autoconocernos el saber reconocer cuáles son esas necesidades. Por ejemplo, cuando sentimos habitualmente muchas ganas de comer comida chatarra no es porque nuestros cuerpos necesiten comida chatarra, probablemente lo que hay detrás de ese mensaje es la petición de nuestro cuerpo de que reaccionemos ante algún problema de ansiedad (que genera que necesitemos más azúcares y grasas, ya que ante el estrés las está ocupando de manera más acelerada) o también es posible que tengamos déficit de algún nutriente que nos hace decaer y al comer comida chatarra y liberar, momentáneamente, más dopamina (neurotransmisor que hace que sintamos bienestar). 



© 2020 Florasol Blog. Todos los derechos reservados.
Creado con Webnode
¡Crea tu página web gratis! Esta página web fue creada con Webnode. Crea tu propia web gratis hoy mismo! Comenzar